1993: Luana Bertolucci, futbolista brasileña.

En una calurosa mañana de verano en Brasil, la vida de Luana Bertolucci comenzó a tomar forma. Desde pequeña, corría descalza por las calles de su vecindario, donde cada golpe del balón era un grito de libertad y sueños. Sin embargo, en un país donde el fútbol masculino dominaba la escena, las posibilidades para una joven futbolista parecían escasas.

Quizás fue su indomable espíritu el que la llevó a desafiar las expectativas. A los 10 años, se unió a un equipo local. Sus habilidades impresionaron rápidamente a entrenadores y compañeros; no solo jugaba bien su pasión ardía como fuego en cada partido . Pero esta alegría atrajo tanto admiración como críticas: "¿Por qué no juegas al voleibol?", le decían algunos.

Las voces desalentadoras nunca lograron opacar su determinación. Al llegar a la adolescencia, Luana había captado la atención de cazatalentos; sin embargo, esto no significó que el camino fuera fácil. En varias ocasiones, enfrentó discriminación por ser mujer en un deporte tradicionalmente masculino. A pesar de esto, su talento brilló más allá de los obstáculos.

A los 15 años, firmó su primer contrato profesional con uno de los clubes más destacados del país. Este momento marcó un hito: finalmente podía vivir su sueño al máximo. Irónicamente, mientras sus compañeros disfrutaban del ocio típico juvenil salidas y fiestas ella pasaba horas entrenando y perfeccionando su juego.

Poco después llegó su primera convocatoria para representar a la selección nacional femenina... Un sueño cumplido que generó expectativa y nerviosismo al mismo tiempo. Al pisar ese césped verde internacional por primera vez, Luana comprendió que estaba allí no solo para jugar: era parte del cambio que buscaba empoderar a futuras generaciones.

En cada partido internacional se dejaba ver una versión más fuerte y valiente de sí misma; sus goles eran como dardos lanzados contra el machismo imperante en el deporte brasileño. Sin embargo, dentro suyo había dudas esa voz crítica siempre acechando : "¿Seré lo suficientemente buena?".

Los años pasaron y Luana se convirtió en una figura icónica dentro del fútbol femenino brasileño... Las victorias se sucedieron junto con las derrotas; pero cada experiencia dejó huellas imborrables en ella y muchos aficionados comenzaron a verla como una fuente inagotable de inspiración.

A medida que alcanzaba nuevas alturas en su carrera profesional títulos nacionales e internacionales algunos podrían pensar que todo sería felicidad constante; sin embargo, sus luchas internas nunca desaparecieron completamente... A menudo reflexionaba sobre cómo utilizar su plataforma para abogar por igualdad e inclusión dentro del deporte.

Hoy día muchas jóvenes futbolistas ven reflejados sus propios sueños en Luana Bertolucci... En una época donde todavía se pelea por reconocimiento igualitario entre géneros deportivos y visibilidad mediática justa su legado resuena con fuerza incluso entre aquellos quienes jamás tocaron un balón.