1904: Ray Bolger, actor, cantante y bailarín estadounidense (f. 1987).

Los años 20 lo vieron brillar en Broadway, donde sus actuaciones llenas de energía y carisma atrajeron la atención del público. Quizás fue su habilidad para combinar el canto con el baile lo que lo llevó rápidamente al estrellato. A pesar de esto, no todo fue fácil; las comparaciones con otros artistas contemporáneos lo acosaron como sombras en su camino hacia el reconocimiento. Su gran momento llegó cuando fue elegido para interpretar al Espantapájaros en "El Mago de Oz".

Irónicamente, quien podría haber sido visto como un personaje desdichado terminó robándose el corazón del público gracias a su ingenio y encanto. La película se convirtió en un hito del cine estadounidense y catapultó a Bolger hacia una fama inigualable. Sin embargo, detrás de esa sonrisa encantadora había alguien más: un hombre que sabía lidiar con los altibajos del espectáculo. En entrevistas posteriores, Ray admitió haber sentido miedo ante la posibilidad de ser encasillado solo como “el Espantapájaros”.

Aún así... quizás esa misma interpretación le permitió explorar nuevos horizontes en televisión y cine durante las décadas siguientes. La vida personal de Bolger también estuvo marcada por relaciones significativas aunque complejas con colegas y amigos del medio artístico. En algunas ocasiones, estas conexiones resultaron en colaboraciones fructíferas; otras veces llevaron a malentendidos e incluso rivalidades amistosas.

Pero quién sabe si estos vaivenes fueron lo que le otorgó autenticidad como artista. En sus últimos años... ya retirado del mundo del espectáculo activo... Bolger dedicó tiempo a reflexionar sobre su legado.

Sus memorias están llenas no solo de anécdotas divertidas sino también enseñanzas sobre resiliencia ante las adversidades una carta abierta al futuro mostrando cómo persistir es clave para cualquier soñador. Al morir en 1987 dejó tras él más que recuerdos cinematográficos; dejó un legado viviente sobre cómo abrazar cada instante con pasión e ingenio... Y ahora, décadas después, sigue siendo referencia para muchos artistas contemporáneos que buscan encontrar ese balance entre creatividad y vulnerabilidad.