1861: Arthur Edwin Kennelly, ingeniero eléctrico estadounidense (f. 1939).

A medida que pasaron los años, Kennelly se embarcó en un viaje académico que lo llevaría a la Universidad de Harvard. Allí, sumergido entre libros y experimentos, encontró su pasión: la electricidad. Fue durante estos años formativos cuando desarrolló ideas innovadoras sobre circuitos y transmisión de energía. Quizás fue esa chispa de genialidad lo que le permitió vislumbrar el potencial oculto detrás de las corrientes eléctricas.

En 1893, tuvo la oportunidad de demostrar sus habilidades ante una audiencia cautivada en la Feria Mundial de Chicago. Con su trabajo sobre transmisión inalámbrica de energía eléctrica una idea revolucionaria para aquella época Kennelly dejó a todos atónitos; no solo visualizaba un futuro conectado, sino que también creía firmemente en él. Sin embargo, pese a sus contribuciones significativas al campo eléctrico durante esos años pioneros, enfrentó escepticismo incluso entre colegas. A medida que avanzaba su carrera profesional hacia inicios del siglo XX, realizó aportes cruciales a la teoría del circuito eléctrico y perfeccionó conceptos fundamentales como las ondas electromagnéticas y los filtros eléctricos...

De hecho, muchos ingenieros actuales aún utilizan sus fórmulas como base para desarrollos modernos. Irónicamente, mientras revolucionaba el mundo científico con sus descubrimientos sobre impedancia y reactancia eléctrica conceptos esenciales en electrónica nunca buscó ser una figura pública. Durante las décadas siguientes hasta su muerte en 1939... Arthur Kennelly continuaría colaborando con otros grandes nombres del ámbito eléctrico e incluso fundaría varias instituciones educativas donde pudo compartir su vasta experiencia con nuevas generaciones; sin embargo...

muchos lo conocieron más por el legado dejado atrás: uno donde la electricidad pasaría a ser parte integral del desarrollo humano. Hoy día... incluso aquellos menos familiarizados con términos técnicos conocen aplicaciones cotidianas surgidas gracias a innovaciones como las propuestas por Kennelly. Su legado permanece vivo cada vez que encendemos una luz o cargamos nuestros dispositivos; tal vez sea irónico pensar cómo aquel niño curioso terminó siendo pionero en transformar nuestra vida moderna una hazaña impensable cuando comenzó a desmantelar objetos curiosos bajo la luz tenue de una lámpara.