1918: en el Imperio otomano el sultán Mehmed VI asciende el trono.
El 4 de julio de 1918, el Imperio Otomano vivió un cambio significativo en su historia política con la ascensión al trono del sultán Mehmed VI. Este evento tuvo repercusiones tanto a nivel nacional como internacional, en un periodo donde el imperio se encontraba en la cúspide de la Primera Guerra Mundial.
Mehmed VI, nacido el 14 de enero de 1861, fue el 36º sultán del Imperio Otomano. Su ascenso al trono se dio en un momento de crisis, dado que el imperio estaba sufriendo graves pérdidas en el frente de guerra.
Con el conflicto causando estragos en su territorio, la figura de Mehmed VI representaba una nueva esperanza y un cambio en la dirección política del estado otomano.
Desde su coronación, Mehmed VI se mostró como un líder pragmático. Aunque comenzó su reinado en una era de agitación, su capacidad para adaptarse y negociar con las potencias aliadas fue clave para la supervivencia del imperio en los años siguientes. Su imperio, sin embargo, se enfrentó a una creciente presión tanto interna como externa. Con el descontento social en aumento y los movimientos nacionalistas en el horizonte, el sultán se vio obligado a manejar un delicado equilibrio entre las fuerzas en conflicto.
Mehmed VI también es conocido por su inclinación hacia la modernización y la apertura al Occidente, aunque su enfoque fue siempre cauteloso.
Durante su reinado, intentó implementar reformas para modernizar el imperio, pero estas se vieron obstaculizadas por la resistencia de sectores tradicionales que deseaban mantener las viejas costumbres y estructuras de poder. La oposición dentro de su propio círculo aún representaba otro desafío frágil para su mandato.
Los acontecimientos de la guerra afectaron directamente el desarrollo de su reinado. A medida que el Imperio Otomano sufría derrotas, su legitimidad como líder se vio erosionada. Los aliados, con el Tratado de Sèvres en 1920, desmembraron el imperio, lo que empujó a Mehmed VI a buscar soluciones diplomáticas para preservar lo que quedaba de su territorio.
A medida que la guerra avanzaba, el ambiente político se tornó más turbio.
El auge del nacionalismo turco llevó a este conflicto interno y a un autogolpe que cuestionó por completo su autoridad. Con el establecimiento de la Gran Asamblea Nacional de Turquía en 1920 y la posterior Guerra de Independencia Turca, Mehmed VI se encontró a la defensiva.
Finalmente, el 1 de noviembre de 1922, el sultán fue depuesto, marcando el fin de una era que comenzó con su ascensión en 1918. Su reinado, aunque corto, simboliza un periodo decisivo en la historia del Imperio Otomano y su transición hacia la moderna República de Turquía. Mehmed VI falleció en el exilio en 1926, pero su figura sigue siendo objeto de análisis histórico, evidenciando las complejas dinámicas que llevaron al colapso del imperio.